Un desconocido en casa [Priv. Exodin]
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Despertando de madrugada, cuando mucha gente todavía se encuentra dormido, voy a dar mi paseo de todos los días por las calles de Albaburgo, una costumbre que pillé tras llegar aquí para mantenerme en forma, y compensar las veces que me tiro haciendo el vago, en muchas ocasiones. Lo bueno es que esta ciudad es enorme, por lo que puedo tirarme varias horas trotando hasta que empiezo a notar el cansancio, regresando a la pequeña casa en la que vivo, por cortesía de los Augures, como con el resto de portadores que viven aquí.
-Ducha, ducha~ -pienso en voz alta mientras voy directo al baño para poder refrescarme y quitarme el sudor de encima. Tampoco pierdo la ocasión de llenar la bañera y darme un chapuzón una vez estoy limpio, estirando cada parte de mi cuerpo como "toque final" al ritual de todos los días.
-A ver... ¿A dónde debería ir hoy? -es un poco difícil decidirse por que mundo ir a investigar el día de hoy, ya que los portadores debemos encargarnos de mantener las cosas en orden y evitar que los Sincorazón anden haciendo de las suyas. Aunque hay veces -también- en las que los jefes nos dicen de ir a alguno en concreto, cuando creen que puede haber algo preocupante y es necesaria la colaboración de varios.
-Supongo que iré a Vergel Radiante~ -concluyo, saliendo al fin de la bañera para secarme lo mejor posible, dejando todo limpio y recogido antes de salir completamente desnudo, derechito a mi cuarto para pillar ropa limpia que ponerme. Pero puedo escuchar algunos sonidos, procedentes de esa habitación. Puedo saber que es como si algún cajón se estuviera abriendo y alguien estuviera tocando mis cosas...
-¡¿Quién está ahí?! -salto al marco de la puerta de la habitación, olvidando por ese instante que no llevaba pieza alguna de ropa.
-Ducha, ducha~ -pienso en voz alta mientras voy directo al baño para poder refrescarme y quitarme el sudor de encima. Tampoco pierdo la ocasión de llenar la bañera y darme un chapuzón una vez estoy limpio, estirando cada parte de mi cuerpo como "toque final" al ritual de todos los días.
-A ver... ¿A dónde debería ir hoy? -es un poco difícil decidirse por que mundo ir a investigar el día de hoy, ya que los portadores debemos encargarnos de mantener las cosas en orden y evitar que los Sincorazón anden haciendo de las suyas. Aunque hay veces -también- en las que los jefes nos dicen de ir a alguno en concreto, cuando creen que puede haber algo preocupante y es necesaria la colaboración de varios.
-Supongo que iré a Vergel Radiante~ -concluyo, saliendo al fin de la bañera para secarme lo mejor posible, dejando todo limpio y recogido antes de salir completamente desnudo, derechito a mi cuarto para pillar ropa limpia que ponerme. Pero puedo escuchar algunos sonidos, procedentes de esa habitación. Puedo saber que es como si algún cajón se estuviera abriendo y alguien estuviera tocando mis cosas...
-¡¿Quién está ahí?! -salto al marco de la puerta de la habitación, olvidando por ese instante que no llevaba pieza alguna de ropa.
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Había veces en las que no había descanso. En ocasiones, el tablón de misiones para la organización estaba repleto, y aunque Exodin a veces se aparecía por la sala gris para echar una ojeada, la mayoría de las veces su misión estaba reservada para ser recibida de forma directa. Es lo que tenía ser el número zero, ser invisible hasta para los tuyos. No obstante, no había sido él quien había decidido aparecer por la sala gris aquel día. Esa vez, podía verse a Axel arrastrándolo por el suelo, tirando de él por un pie hasta que consiguió llevarlo frente a Saïx. Exodin soltó un quejido molesto manteniéndose en el suelo, cruzando las piernas para rascarse un oído con el meñique.
—Que molesto... —Empezó él y luego murmuró, lo suficiente mente alto como para que Saïx lo escuchase, aunque no fuese dirigido a él —Se vivía mejor en la subrealidad — Y, una vez más, llamó de una forma distinta a lo que se conocía como el subsuelo del castillo. Aquello provocó que Saïx entornase los ojos y agregase tras él sin andarse por rodeos.
—Esta vez necesitamos información de la academia que hablamos en la última reunión. Como es tu primer contacto, de momento cualquier cosa valdrá
—Lo capto —Respondió con un semblante imperturbable. Exodin se incorporó, suspiró y abrió un portal con toda la parsimonia del mundo. Era un tedio para él aguantar la voz de Saïx. El peliazul no era demasiado brusco con él, porque, a diferencia de Demyx, debido a que, por alguna razón, siempre conseguía cumplir sus misiones de forma correcta. Pero se odiaban, y mucho. Ni siquiera se miraron cuando partió, ni se despidieron. Exodin se dirigió hasta la puerta mientras el peliazul lo miraba de reojo en lo que éste desaparecía.
El portal le condujo hasta los tejados morados de una casa. El albino se llevó un dedo al mentón, pensativo.
"Dijo que cualquier cosa bastaría. Con decirle el color de las tejas bastaría... No. Ya nos conocemos, lo mejor es que me dé una vuelta sin dejarme ver, no hace falta que me esfuerce. Ya me inventaré todo después"
Dio unos pasitos por el tejado de aquella casa sin preocuparse mucho en lo de pasar desapercibido. Se aproximó a un extremo y asomó la cabeza por una de las ventanas. Aquel sitio estaba aparentemente vacío y pensó que sería un buen lugar para comenzar.
Entró y con lo único que se encontró fue con un cuarto, sencillo, sin nada raro que poder investigar. Aun así, ya estaba en su interior por lo que, por no hacer nada en vano decidió mirar en cada uno de los rincones. Había desordenado cada palmo de aquella habitación... Los pocos armarios permanecían abiertos de par en par, las gavetas habían quedado destartaladas y una estantería se veía casi vacía con muchos libros en el suelo.
Al final se cansó de buscar. Vio un sofá y no pudo contener las ganas de tumbarse en este con la cabeza colgando hacia el suelo, leyendo un libro al revés. Escuchó pasos muy cerca, pero no fue, hasta que habló, cuando "levantó la vista por debajo" del libro y poder ver así a quién tenía delante.
—Tienes un cuarto muy aburrido —Dijo en un primer momento. Como si no le hubiese preocupado lo más mínimo que le hubiesen pillado. —¿Es una moda entre ustedes ir así? —Acabo por señalarle, como la cosa más normal del mundo.
—Que molesto... —Empezó él y luego murmuró, lo suficiente mente alto como para que Saïx lo escuchase, aunque no fuese dirigido a él —Se vivía mejor en la subrealidad — Y, una vez más, llamó de una forma distinta a lo que se conocía como el subsuelo del castillo. Aquello provocó que Saïx entornase los ojos y agregase tras él sin andarse por rodeos.
—Esta vez necesitamos información de la academia que hablamos en la última reunión. Como es tu primer contacto, de momento cualquier cosa valdrá
—Lo capto —Respondió con un semblante imperturbable. Exodin se incorporó, suspiró y abrió un portal con toda la parsimonia del mundo. Era un tedio para él aguantar la voz de Saïx. El peliazul no era demasiado brusco con él, porque, a diferencia de Demyx, debido a que, por alguna razón, siempre conseguía cumplir sus misiones de forma correcta. Pero se odiaban, y mucho. Ni siquiera se miraron cuando partió, ni se despidieron. Exodin se dirigió hasta la puerta mientras el peliazul lo miraba de reojo en lo que éste desaparecía.
El portal le condujo hasta los tejados morados de una casa. El albino se llevó un dedo al mentón, pensativo.
"Dijo que cualquier cosa bastaría. Con decirle el color de las tejas bastaría... No. Ya nos conocemos, lo mejor es que me dé una vuelta sin dejarme ver, no hace falta que me esfuerce. Ya me inventaré todo después"
Dio unos pasitos por el tejado de aquella casa sin preocuparse mucho en lo de pasar desapercibido. Se aproximó a un extremo y asomó la cabeza por una de las ventanas. Aquel sitio estaba aparentemente vacío y pensó que sería un buen lugar para comenzar.
Entró y con lo único que se encontró fue con un cuarto, sencillo, sin nada raro que poder investigar. Aun así, ya estaba en su interior por lo que, por no hacer nada en vano decidió mirar en cada uno de los rincones. Había desordenado cada palmo de aquella habitación... Los pocos armarios permanecían abiertos de par en par, las gavetas habían quedado destartaladas y una estantería se veía casi vacía con muchos libros en el suelo.
Al final se cansó de buscar. Vio un sofá y no pudo contener las ganas de tumbarse en este con la cabeza colgando hacia el suelo, leyendo un libro al revés. Escuchó pasos muy cerca, pero no fue, hasta que habló, cuando "levantó la vista por debajo" del libro y poder ver así a quién tenía delante.
—Tienes un cuarto muy aburrido —Dijo en un primer momento. Como si no le hubiese preocupado lo más mínimo que le hubiesen pillado. —¿Es una moda entre ustedes ir así? —Acabo por señalarle, como la cosa más normal del mundo.
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Mis ojos no podían creer lo que estaba viendo: ¡TODA MI HABITACIÓN ESTABA PATAS ARRIBA! Es increíble ver cómo todas mis escasas, las cuales ya eran pocas, se encuentran desperdigadas por todo el suelo, la mesa y mi cama... ¡y el culpable se encontraba tirado en mi sofá como si no pasara nada!
-¿Eh? Ah, no: es que acabo de salir del baño... -comienzo a responder, al darme cuenta de que estaba desnudo, pero pronto vuelvo a enfadarme. -¡No cambies de tema! ¡¿Por qué diablos has dejado así mi habitación?! -le señalo con el dedo, esperando que no hiciera falta decirle que no iba a dejarle salir de aquí si no lo recogía de inmediato.
-¡Maldición..! Con lo ordenado que lo tenía todo... -solo puedo apretar la mano en un puño con todas mis fuerzas, frustrado de que todo mi esfuerzo por dejar limpia la habitación se haya ido al garete por un desconocido. Pero, de nuevo, mi atención vuelve a centrarse en otra cosa, acercándome lentamente al extraño para olerle.
-¿Hmm? Tienes un olor muy extraño... -le comento con una cara más neutral, sintiendo mucha curiosidad por el olor que despide el contrario. Se siente completamente diferente a todas las personas que me he encontrado, pero tampoco como para saltar y llamarlo Sincorazón por el extraño olor que también producen estas criaturas... aunque no son para nada parecidas.
-Por cierto: ¿de qué grupo eres? No recuerdo haberte visto nunca antes por aquí. -otro detalle que me llama la atención, ya que muchos consideran como un "anciano" por ser de los que más años llevan como aprendices bajo la tutela de los Augures, aunque eso no me molesta lo más mínimo gracias a que tengo una casa y comida, mientras sigo buscando alguna solución para encontrar mi mundo natal.
-¡AH! ¡Ya sé! -creo haber resuelto el "misterio", esbozando una amigable sonrisa mientras miro al otro: -¡Eres un recién llegado, ¿no?! ¡Haberlo dicho antes, hombre! -le doy unas palmadas en el hombro derecho, riendo como si nada, volviendo a olvidar el detalle del desorden del cuarto.
-Imagino que aún no conoces la ciudad, ¿no? ¡Tranquilo! Yo te la enseñaré toda. -me llevo la mano al pecho, tomándome esas palabras muy en serio. -Pero antes... me vas a ayudar a recoger todo esto. -vuelvo a colocar mi mano sobre su hombro, y la otra sobre su otro hombro, para hacer una especie de "agarre" y evitar que el otro intente escapar y dejarme el marrón de limpiar todo yo solo.
-¿Eh? Ah, no: es que acabo de salir del baño... -comienzo a responder, al darme cuenta de que estaba desnudo, pero pronto vuelvo a enfadarme. -¡No cambies de tema! ¡¿Por qué diablos has dejado así mi habitación?! -le señalo con el dedo, esperando que no hiciera falta decirle que no iba a dejarle salir de aquí si no lo recogía de inmediato.
-¡Maldición..! Con lo ordenado que lo tenía todo... -solo puedo apretar la mano en un puño con todas mis fuerzas, frustrado de que todo mi esfuerzo por dejar limpia la habitación se haya ido al garete por un desconocido. Pero, de nuevo, mi atención vuelve a centrarse en otra cosa, acercándome lentamente al extraño para olerle.
-¿Hmm? Tienes un olor muy extraño... -le comento con una cara más neutral, sintiendo mucha curiosidad por el olor que despide el contrario. Se siente completamente diferente a todas las personas que me he encontrado, pero tampoco como para saltar y llamarlo Sincorazón por el extraño olor que también producen estas criaturas... aunque no son para nada parecidas.
-Por cierto: ¿de qué grupo eres? No recuerdo haberte visto nunca antes por aquí. -otro detalle que me llama la atención, ya que muchos consideran como un "anciano" por ser de los que más años llevan como aprendices bajo la tutela de los Augures, aunque eso no me molesta lo más mínimo gracias a que tengo una casa y comida, mientras sigo buscando alguna solución para encontrar mi mundo natal.
-¡AH! ¡Ya sé! -creo haber resuelto el "misterio", esbozando una amigable sonrisa mientras miro al otro: -¡Eres un recién llegado, ¿no?! ¡Haberlo dicho antes, hombre! -le doy unas palmadas en el hombro derecho, riendo como si nada, volviendo a olvidar el detalle del desorden del cuarto.
-Imagino que aún no conoces la ciudad, ¿no? ¡Tranquilo! Yo te la enseñaré toda. -me llevo la mano al pecho, tomándome esas palabras muy en serio. -Pero antes... me vas a ayudar a recoger todo esto. -vuelvo a colocar mi mano sobre su hombro, y la otra sobre su otro hombro, para hacer una especie de "agarre" y evitar que el otro intente escapar y dejarme el marrón de limpiar todo yo solo.
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Entonces... ¿Ir desnudo era normal en ese mundo? Bien la había indicado sobre ello, pero al adverso no le pareció importarle ir así. A ver, estaba en su casa y era normal ¿Pero no se suponía que aquellos con corazón sentían lo que recordaba como vergüenza o algo así? Era un tipo extraño. Aunque el no fuera el más indicado para determinar eso.
—¡Un baño! ¡Claro! —Se golpeó la sien, como si ese detalle que le había brindado fuera una pista oculta de la que jamás se habría dado cuenta. Tras observarlo un momento pudo fijarse en esas orejas y colas de zorro. Se puso derecho y se cruzó de pies sin moverse de aquel sofá y más importante, sin despegar la vista de aquel individuo.
—Estaba... —Trató de buscar una excusa mientras se rascaba una mejilla. No obstante, el mismo chico que le había cuestionado siguió hablando, y no le hizo falta extender su excusa. No entendía por qué la gente tenía que enfadarse siempre que estaba él cerca, con lo fácil que es dejarlo todo fluir... ¿Tendría que anularle ahora que le había pillado infraganti? Consideró seriamente aquella opción. Luego vio como de pronto se acercaba, frunciendo el entrecejo en cuanto comenzó a olerlo.
—Estás muy cerca, chico-zorro —En aquel momento sintió algo en su pecho, como un lejano recuerdo de lo que era sentirse nervioso. Pero su expresión se mantenía adusta, y aunque estuvo a punto de ser hostil, dejó que le olfatease. —¿Grupo? —La pregunta le dejó bastante confundido y ladeó la cabeza.
"Recién llegado..."
En ese preciso instante decidió que debía cuidar sus palabras ¿Le había tomado por alguien que no era? Entonces ¡Esa era una buena oportunidad que podía dejarla pasar!
—¡AH! Claro, sí. Es eso —Por una vez su expresión mostró algo distinto a esa neutralidad perpetua. Trataba de fingir una cara amigable, pero en su lugar le salía una pifia. Hurgó tan rápido como pudo en sus recuerdo, tratando de encontrar en ellos los nombres de aquellos clanes de los que habían hablado en la organización. Solo se acordaba de uno —¡Unicorn...! —Dudó, y aunque no estaba muy seguro decidió lanzarse —Soy de... ¿Unicornis?
Decía que tenía que ayudarle a recoger todo eso. En ese instante le entraron una tremendas ganas de echar a correr y saltar ventana abajo ¿Pero después qué? No... Aquello no era una buena opción. Iba a tener que tragarse ese tostooon de tarea. Suspiró, pero no le quedaba otra, así que accedió. Seguro si iba acompañado de un aprendiz de aquel lugar podría pasar más desapercibido ante el resto.
Su actitud fue la de hacerla todo a desgana, recogía cada libro con todas su paciencia, y demostró su incompetencia cuando tenía que volver a doblar lo que había desdoblado.
—Si no tuvieras tantas cosas no tendrías que ordenar nada. Eres un complicado. —Era evidente que aquello que dijo no tenía ningún sentido, pero él, por quejarse de algo, lo dijo así tal cual. Al final se quedó mirando tan fijo al de pelo azabache. Ahora se lo cuestionaba ¿Y si es que en aquel mundo ir desnudo era lo común, como en aquel mundo bajo el agua que debía adoptar una cola e pez, o como ese otro donde debía convertirse en animal? Claro, le faltaba eso. Entonces, sin cortarse ni un pelo se desprendió de su prenda superior y la tiró por algún lado de la habitación, y estaba muy decidido por hacer lo mismo con sus pantalones.
—¡Un baño! ¡Claro! —Se golpeó la sien, como si ese detalle que le había brindado fuera una pista oculta de la que jamás se habría dado cuenta. Tras observarlo un momento pudo fijarse en esas orejas y colas de zorro. Se puso derecho y se cruzó de pies sin moverse de aquel sofá y más importante, sin despegar la vista de aquel individuo.
—Estaba... —Trató de buscar una excusa mientras se rascaba una mejilla. No obstante, el mismo chico que le había cuestionado siguió hablando, y no le hizo falta extender su excusa. No entendía por qué la gente tenía que enfadarse siempre que estaba él cerca, con lo fácil que es dejarlo todo fluir... ¿Tendría que anularle ahora que le había pillado infraganti? Consideró seriamente aquella opción. Luego vio como de pronto se acercaba, frunciendo el entrecejo en cuanto comenzó a olerlo.
—Estás muy cerca, chico-zorro —En aquel momento sintió algo en su pecho, como un lejano recuerdo de lo que era sentirse nervioso. Pero su expresión se mantenía adusta, y aunque estuvo a punto de ser hostil, dejó que le olfatease. —¿Grupo? —La pregunta le dejó bastante confundido y ladeó la cabeza.
"Recién llegado..."
En ese preciso instante decidió que debía cuidar sus palabras ¿Le había tomado por alguien que no era? Entonces ¡Esa era una buena oportunidad que podía dejarla pasar!
—¡AH! Claro, sí. Es eso —Por una vez su expresión mostró algo distinto a esa neutralidad perpetua. Trataba de fingir una cara amigable, pero en su lugar le salía una pifia. Hurgó tan rápido como pudo en sus recuerdo, tratando de encontrar en ellos los nombres de aquellos clanes de los que habían hablado en la organización. Solo se acordaba de uno —¡Unicorn...! —Dudó, y aunque no estaba muy seguro decidió lanzarse —Soy de... ¿Unicornis?
Decía que tenía que ayudarle a recoger todo eso. En ese instante le entraron una tremendas ganas de echar a correr y saltar ventana abajo ¿Pero después qué? No... Aquello no era una buena opción. Iba a tener que tragarse ese tostooon de tarea. Suspiró, pero no le quedaba otra, así que accedió. Seguro si iba acompañado de un aprendiz de aquel lugar podría pasar más desapercibido ante el resto.
Su actitud fue la de hacerla todo a desgana, recogía cada libro con todas su paciencia, y demostró su incompetencia cuando tenía que volver a doblar lo que había desdoblado.
—Si no tuvieras tantas cosas no tendrías que ordenar nada. Eres un complicado. —Era evidente que aquello que dijo no tenía ningún sentido, pero él, por quejarse de algo, lo dijo así tal cual. Al final se quedó mirando tan fijo al de pelo azabache. Ahora se lo cuestionaba ¿Y si es que en aquel mundo ir desnudo era lo común, como en aquel mundo bajo el agua que debía adoptar una cola e pez, o como ese otro donde debía convertirse en animal? Claro, le faltaba eso. Entonces, sin cortarse ni un pelo se desprendió de su prenda superior y la tiró por algún lado de la habitación, y estaba muy decidido por hacer lo mismo con sus pantalones.
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-¡¿Qué has dicho?! ¡No soy ningún zorro! ¡SOY UN LOBO! -aclaro con rapidez y tono severo, encontrando esa confusión un poco insultante, y molesta, porque me tiene pasado más de una vez y llega a cansar oírlo tantas veces. ¡Y no pienso llevar un cartel que diga "hombre-lobo" sólo para dejarlo más claro!
-¡Oooh, así que eres de Unicornis! Yo soy de Vulpes, ¡pero puedes contar conmigo cuando lo necesites! -sonrío, con el pulgar levantado, haciendo una clara señal de "compañerismo", si se puede considerar tal, frente al recién llegado. Me pregunto cuándo fue la última vez que traté en persona con uno nuevo; hace que piense los muchos años que llevo aquí, y lo viejo que me hace sentir...
Con ese tema zanjado, sólo nos restaba ponernos manos a la obra a recoger toda la habitación, dándole mayor prioridad a lo de vestirme porque siempre me encuentro más cómodo así que con ropa; aunque hay unas cuantas cosas, no nos toma más de quince minutos recogerlo todo, ayudando bastante al otro porque no se le da demasiado bien doblar las cosas.
-No habría que ordenar nada si alguien no lo hubiera desordenado todo. -se me escapa una sonrisa burlona, echándole claramente la culpa de todo esto, aunque hace rato que se me pasó el cabreo. Más bien, sólo me sentí enfadado al principio, ya que es mejor no darle demasiada importancia o significado a estas cosas o serán un dolor de cabeza muy grande.
-¡Bien! ¡Todo listo! Ahora... ¿qué te par- -guardando la última cosa que quedaba, me doy la vuelta, callándome al momento al ver que el otro chico se estaba desnudando, con la mente en blanco por un par de segundos. -Oye... ¿qué estás haciendo? -pregunto desconcertando, pareciendo ser una clara confusión que se debió de llevar el otro. -¡Aquí la gente no va desnuda! ¡Ya te dije que acababa de salir de la ducha! -le repito levantando un poco el tono de voz, pero sin llegar a parecer enfadado por ello.
-Deja de hacer el tonto y vístete de nuevo. -con un suspiro, me vuelvo a dar media vuelta para ir al armario y pillar mi ropa habitual, quedando listo en nada. -Ahora: ¿por dónde debería empezar?... ¿Te dijeron algo al traerte?
-¡Oooh, así que eres de Unicornis! Yo soy de Vulpes, ¡pero puedes contar conmigo cuando lo necesites! -sonrío, con el pulgar levantado, haciendo una clara señal de "compañerismo", si se puede considerar tal, frente al recién llegado. Me pregunto cuándo fue la última vez que traté en persona con uno nuevo; hace que piense los muchos años que llevo aquí, y lo viejo que me hace sentir...
Con ese tema zanjado, sólo nos restaba ponernos manos a la obra a recoger toda la habitación, dándole mayor prioridad a lo de vestirme porque siempre me encuentro más cómodo así que con ropa; aunque hay unas cuantas cosas, no nos toma más de quince minutos recogerlo todo, ayudando bastante al otro porque no se le da demasiado bien doblar las cosas.
-No habría que ordenar nada si alguien no lo hubiera desordenado todo. -se me escapa una sonrisa burlona, echándole claramente la culpa de todo esto, aunque hace rato que se me pasó el cabreo. Más bien, sólo me sentí enfadado al principio, ya que es mejor no darle demasiada importancia o significado a estas cosas o serán un dolor de cabeza muy grande.
-¡Bien! ¡Todo listo! Ahora... ¿qué te par- -guardando la última cosa que quedaba, me doy la vuelta, callándome al momento al ver que el otro chico se estaba desnudando, con la mente en blanco por un par de segundos. -Oye... ¿qué estás haciendo? -pregunto desconcertando, pareciendo ser una clara confusión que se debió de llevar el otro. -¡Aquí la gente no va desnuda! ¡Ya te dije que acababa de salir de la ducha! -le repito levantando un poco el tono de voz, pero sin llegar a parecer enfadado por ello.
-Deja de hacer el tonto y vístete de nuevo. -con un suspiro, me vuelvo a dar media vuelta para ir al armario y pillar mi ropa habitual, quedando listo en nada. -Ahora: ¿por dónde debería empezar?... ¿Te dijeron algo al traerte?
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—Un zorro, un lobo, qué más da —Trató de restarle importancia al asunto mientras hubo permanecido allí tumbado, demostrando con bastante claridad esa despreocupación que tenía hacia todo lo que le rodeaba. Todo lo demás se desenvolvió casi como el de un mecanismo que se había dejado marchar sin tropiezos. Ni él mismo se habría esperado aquel final. Nunca habría creido que se vería envuelto en una situación tan ventajosa para su tarea. Solo tenía que dejarse llevar, y en cuanto estuviera cerca ¡BAM! Todo cuanto hubiese estado buscando estaría al alcance de su mano.
—Tranquilizate, oye. No quiero que me comas —
Sonrió de lado. Era obvio que el chaval, o al menos era un chaval ante sus ojos, tendría algo que rebatir ante sus afirmaciones de dudosa lógica. En lugar de extender aquella queja sólo se llevó una mano a la boca con la intención de tapar un bostezo que, aún así, lucía bastante descarado.
Estaba a punto de quitarse los pantalones, y lo habría hecho de no ser por esas quejas del adverso que no cesaban ¿Cuál era el problema ahora? Exodin alzó la vista al mitad lobo, y luego frunció el ceño denotando molestia. No obstante, el entrecejo se realjó cuando se dio cuenta que en verdad nada de lo que él había supuesto era cierto y que sólo estaba haciendo una cosa: El ridículo.
"Diantres..."
Toda sensación de vergüenza que pudiese sentir era, en verdad, muda en su expresión. Simplemtente paró en seco, tomó sus prendas y dijo.
—¡Ya lo sabía! Solo... Hace mucho calor —¿Eso era lo mejor que se le ocurría? Pero podía tener sentido si te parabas a pensarlo. Exodin se aprovechó del pelaje que llevaba su capucha para reforzar su excusa. Era una prenda bastante abrigada y, sin embargo, lo que hacía que aquel acto aún resultase extraño ea el motivo de haberse quitado, no solo el abrigo, si no la camisa incluida.
—¿Y que hay de mí? ¿Acaso no puedo tomar yo un baño? Me discriminas por ser albino ¿Si? Pues tú eres medio albino. Los albinos deberíamos cuidarnos los unos de los otros —Puso los brazos en jarras. Luego de eso suspiró, siendo inevitable que tras eso pensara que, o es cortito, o se lo hacía.
De nuevo, más preguntas. Cuanto más le obligaba a buscar las respuestas correctas para quedar en evidencia, más incómodo se sentía. Resultaba gracioso cómo unas preguntas tan banales como aquellas podían ser recibidas para alguien tan cruciales como las de un trivial.
—Hm... Me habían dado la dirección de esta casa para que me asentara... Pero se ve que no es la casa correcta. Creo que me perdí —Mientras hablaba, su mirada se posaba en el techo de la habitación. Daba la sensación de que estaba tratando de hacer memoria, pero en realidad, esas pausas tan largas que se tomaba se debían a que iba improvisando sobre la marcha.
—¡Pero espera! ¿No vais desnudos de forma normal? —Se quedó mirando al adverso fijamente mientras se vestía —¿Pero entonces...? —Se quedó un rato en blanco señalando a sus partes bajas y después bajó la mirada al suelo, llevándose dos dedos a la sien para tratar de centrarse en entender la situación ¡Ahora sí que no pillaba una! Que el tipo iba en bolas y ni se inmutaba ¿Por qué tenía que pasar alguien como él por eso? Un incorpóreo tratando de entender conductas de seres completos ¡No había nada que se le diese peor! ¡Lo odiaba!
—Da igual —Se cortó a si mismo —Si vas a enseñarme la academia mejor que me digas tu nombre.
—Tranquilizate, oye. No quiero que me comas —
Sonrió de lado. Era obvio que el chaval, o al menos era un chaval ante sus ojos, tendría algo que rebatir ante sus afirmaciones de dudosa lógica. En lugar de extender aquella queja sólo se llevó una mano a la boca con la intención de tapar un bostezo que, aún así, lucía bastante descarado.
Estaba a punto de quitarse los pantalones, y lo habría hecho de no ser por esas quejas del adverso que no cesaban ¿Cuál era el problema ahora? Exodin alzó la vista al mitad lobo, y luego frunció el ceño denotando molestia. No obstante, el entrecejo se realjó cuando se dio cuenta que en verdad nada de lo que él había supuesto era cierto y que sólo estaba haciendo una cosa: El ridículo.
"Diantres..."
Toda sensación de vergüenza que pudiese sentir era, en verdad, muda en su expresión. Simplemtente paró en seco, tomó sus prendas y dijo.
—¡Ya lo sabía! Solo... Hace mucho calor —¿Eso era lo mejor que se le ocurría? Pero podía tener sentido si te parabas a pensarlo. Exodin se aprovechó del pelaje que llevaba su capucha para reforzar su excusa. Era una prenda bastante abrigada y, sin embargo, lo que hacía que aquel acto aún resultase extraño ea el motivo de haberse quitado, no solo el abrigo, si no la camisa incluida.
—¿Y que hay de mí? ¿Acaso no puedo tomar yo un baño? Me discriminas por ser albino ¿Si? Pues tú eres medio albino. Los albinos deberíamos cuidarnos los unos de los otros —Puso los brazos en jarras. Luego de eso suspiró, siendo inevitable que tras eso pensara que, o es cortito, o se lo hacía.
De nuevo, más preguntas. Cuanto más le obligaba a buscar las respuestas correctas para quedar en evidencia, más incómodo se sentía. Resultaba gracioso cómo unas preguntas tan banales como aquellas podían ser recibidas para alguien tan cruciales como las de un trivial.
—Hm... Me habían dado la dirección de esta casa para que me asentara... Pero se ve que no es la casa correcta. Creo que me perdí —Mientras hablaba, su mirada se posaba en el techo de la habitación. Daba la sensación de que estaba tratando de hacer memoria, pero en realidad, esas pausas tan largas que se tomaba se debían a que iba improvisando sobre la marcha.
—¡Pero espera! ¿No vais desnudos de forma normal? —Se quedó mirando al adverso fijamente mientras se vestía —¿Pero entonces...? —Se quedó un rato en blanco señalando a sus partes bajas y después bajó la mirada al suelo, llevándose dos dedos a la sien para tratar de centrarse en entender la situación ¡Ahora sí que no pillaba una! Que el tipo iba en bolas y ni se inmutaba ¿Por qué tenía que pasar alguien como él por eso? Un incorpóreo tratando de entender conductas de seres completos ¡No había nada que se le diese peor! ¡Lo odiaba!
—Da igual —Se cortó a si mismo —Si vas a enseñarme la academia mejor que me digas tu nombre.
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Incluso al dejarle claro que no era mitad zorro -sino mitad lobo- el chico no le ve mucha importancia a ese detalle, como si no me hubiera cabreado bastante con la confusión inicial. En fin, calma; no es buena idea, ni ejemplo, ponerse de malas con un recién llegado, cuando es raro que me lleve mal con otros aprendices, sobre todo con los que conozco tras tanto tiempo viviendo aquí.
-Pues que no se te olvide. -le señalo, ignorando esas últimas palabras suyas. Y la situación se tornó extraña por un momento cuando el otro se quitó parte de su ropa; éste usa como excusa que tiene calor, algo que no me extrañaría con ese abrigo suyo, pero hoy no es un día tan soleado como otras veces, así que tiene más pinta de ser una excusa ante su extraño acto. En cuanto empezó a decir que lo "discriminaba" por ser albino, decidí rendirme y no darle más vueltas al tema.
-No, puede que no te hayas confundido; hay aprendices que comparten su casa con otros. Aunque sí que es raro que junten a aprendices de distintos grupos... ¡Bueno~! Por ahora: ¡bienvenido a mi casa, a los Upright y a Albaburgo! -levanto mis brazos en alto, celebrando de forma "oficial" la llegada del nuevo inquilino de la vivienda. Habría que mirar cómo organizar todo, pero ya lo haremos más tarde.
Luego llegó a parecer MUY confundido, aunque no sabría decir exactamente porqué; solo se dedicó a señalarme, llevarse dos dedos a la cabeza y quedarse en silencio durante un momento... ¿Le dolerá la cabeza? Aunque antes preguntó si es que nosotros no vamos desnudos; creo que ese detalle ya lo dejé bastante claro así que pasaré de repetirlo, de nuevo.
-Oye, oye: ¿qué forma es esa de hablarle a tu senpai, "recién legado"? -se me escapa una sonrisa burlona, intentando parecer como si me hubiese molestado -de verdad- con su forma de decirlo. -En serio; los jóvenes de hoy en día tienden a ser menos respetuosos con sus mayores... -hago una mueca mientras me encojo de brazos, sintiéndome bastante disgustado de ver cada vez más a los niños actuar de esa manera; ¡es muy triste!
-En fin; presentarse también es educado, así que empezaré yo: me llamo Adam Boissieu, y podrías considerarme como uno de los "ancianos" del lugar, como me dicen algunos, porque soy de los que llevan más tiempo aquí. -finalizando con la presentación, señalo al contrario y pregunto: -¿Y cómo te llamas tú?
Una vez terminaron las presentaciones, lo animo a salir de la casa, saliendo a la calle en la que vivimos, pudiendo observar una pequeña plaza y más casas alrededor de esta, bastante similares pero con pequeñas variaciones en los colores -y estilo- de los tejados, y algunos detalles más. También podemos ver a algunos aprendices yendo en distintas direcciones, saludando a un grupo de dos que pasaba bastante cerca y a los que conozco, agitando con la mano con una sonrisa.
-Entonces~: dijiste que querías ver la academia, ¿no? Está más adelante, así que sígueme. -viviendo cerca, solo tenemos que ir subiendo con calma la pequeña cuesta arriba que tenemos, unas pocas escaleras, y pronto llegamos a los alrededores de la enorme academia que hay allí. Se pueden ver más aprendices que en las calles, saliendo y entrando de la academia al haber un sin fin de grupos repartidos en diferentes clases, y distintos horarios.
-Primero debemos formalizar tu registro como aprendiz, así que debemos ir a Dirección para que rellenes unos papeles. -le informo una vez nos adentramos en el edificio, a un par de minutos de distancia del sitio que mencioné, donde le entregarían al albino unos papeles que debería rellenar con información personal.
-Pues que no se te olvide. -le señalo, ignorando esas últimas palabras suyas. Y la situación se tornó extraña por un momento cuando el otro se quitó parte de su ropa; éste usa como excusa que tiene calor, algo que no me extrañaría con ese abrigo suyo, pero hoy no es un día tan soleado como otras veces, así que tiene más pinta de ser una excusa ante su extraño acto. En cuanto empezó a decir que lo "discriminaba" por ser albino, decidí rendirme y no darle más vueltas al tema.
-No, puede que no te hayas confundido; hay aprendices que comparten su casa con otros. Aunque sí que es raro que junten a aprendices de distintos grupos... ¡Bueno~! Por ahora: ¡bienvenido a mi casa, a los Upright y a Albaburgo! -levanto mis brazos en alto, celebrando de forma "oficial" la llegada del nuevo inquilino de la vivienda. Habría que mirar cómo organizar todo, pero ya lo haremos más tarde.
Luego llegó a parecer MUY confundido, aunque no sabría decir exactamente porqué; solo se dedicó a señalarme, llevarse dos dedos a la cabeza y quedarse en silencio durante un momento... ¿Le dolerá la cabeza? Aunque antes preguntó si es que nosotros no vamos desnudos; creo que ese detalle ya lo dejé bastante claro así que pasaré de repetirlo, de nuevo.
-Oye, oye: ¿qué forma es esa de hablarle a tu senpai, "recién legado"? -se me escapa una sonrisa burlona, intentando parecer como si me hubiese molestado -de verdad- con su forma de decirlo. -En serio; los jóvenes de hoy en día tienden a ser menos respetuosos con sus mayores... -hago una mueca mientras me encojo de brazos, sintiéndome bastante disgustado de ver cada vez más a los niños actuar de esa manera; ¡es muy triste!
-En fin; presentarse también es educado, así que empezaré yo: me llamo Adam Boissieu, y podrías considerarme como uno de los "ancianos" del lugar, como me dicen algunos, porque soy de los que llevan más tiempo aquí. -finalizando con la presentación, señalo al contrario y pregunto: -¿Y cómo te llamas tú?
Una vez terminaron las presentaciones, lo animo a salir de la casa, saliendo a la calle en la que vivimos, pudiendo observar una pequeña plaza y más casas alrededor de esta, bastante similares pero con pequeñas variaciones en los colores -y estilo- de los tejados, y algunos detalles más. También podemos ver a algunos aprendices yendo en distintas direcciones, saludando a un grupo de dos que pasaba bastante cerca y a los que conozco, agitando con la mano con una sonrisa.
-Entonces~: dijiste que querías ver la academia, ¿no? Está más adelante, así que sígueme. -viviendo cerca, solo tenemos que ir subiendo con calma la pequeña cuesta arriba que tenemos, unas pocas escaleras, y pronto llegamos a los alrededores de la enorme academia que hay allí. Se pueden ver más aprendices que en las calles, saliendo y entrando de la academia al haber un sin fin de grupos repartidos en diferentes clases, y distintos horarios.
-Primero debemos formalizar tu registro como aprendiz, así que debemos ir a Dirección para que rellenes unos papeles. -le informo una vez nos adentramos en el edificio, a un par de minutos de distancia del sitio que mencioné, donde le entregarían al albino unos papeles que debería rellenar con información personal.
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—Exodin —Lo dijo así, tan seco. No se cortó un pelo en decir su nombre original. Para empezar, cualquiera podría tener un nombre con una "x" en su nombre, y decirlo no tenía por qué delatarlo necesariamente. Después de eso le siguió para dejarse guiar.
"Maldita sea..."
Exodin maldijo mentalmente antes de que estuviesen en las mismísimas puertas de la academia de los portadores. Estaba visto que no había atinado con el portal oscuro, algo normal teniendo en cuenta que nunca antes había pisado aquel lugar, pero ese era el caso. Su intención habría sido la de aparecer directamente en su interior. Y él que pensaba que lo iba a tener sencillo, ahora por un mal cálculo iba a tener que currárselo para hacerlo bien, y de solo pensarlo las ganas de seguir con aquella misión disminuían enormemente.
La academia tenía enormes muros, decorados con esas misas tonalidades comunes en albaburgo, violeta, engranajes aquí y allí. Y aunque no podía evitar mirar a todos lados tenía que tratar de dar el cantazo. Lo único que esperaba era no encontrarse con algún augur, o que alguien le pidiese que sacase su llave espada, si eso pasase estaría en serios problemas.
—Un poco tarde sacar esto ahora ¿Pero senpai? ¿Mayor? —Lo miró de arriba a abajo y añadió —¿Qué clase de poción rejuvenecedora tomas? —Era cierto que los incorpóreos podían pasar años y no envejecer. Eran como figuras de cerámica que mantenían el aspecto de sus seres completos en el último momento de desdoblarse al perder un corazón ¿Pero y los que tenían corazón? Se suponía que envejecían, y si él era mayor... ¿Cómo es que parecía un jovencito?
El incorpóreo dirigió su mirada al suelo, había algo en lo que iban a hacer que le molestaba y quería tenerlo todo planeado para facilitar las cosas —Oh, sí, el registro. Eso ya lo hice. —Esbozó una falsa sonrisa e hizo un gesto para restarle importancia al asunto —Así que podemos entrar directamente. —Cruzó los dedos mentalmente por que no insistiera, mirándolo fijamente.
Aún así, sabía que algo podría irle mal, porque ellos usaban identificaciones ¿No? Aunque ahora que lo pensaba en la organizacón no usaban algo como eso. También era cierto que allí todos se conocen, vamos, si es que solo son trece... Entonces, tendría que pensar en algo pronto, y deshacerse de ese pesado 'senpai' sería buena idea, la verdad.
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-Un placer, Exodin. -sonrío amistosamente, satisfecho de ver que el otro no tiene problema en abrirse un poco a los demás; eso le dará menos problemas al socializar con el resto de aprendices. Aunque, si llega a tener problemas, tendré que intervenir para asegurarme de que no llegue a pasar nada importante.
Llegando a la academia, Exodin comenta que ya realizó todo el formulario, sorprendiéndome un poco por su rapidez. Entonces... ¿ya debe de conocer el interior de la academia? Por el momento dice de entrar, así que le sigo adentro, viéndolo atento a todas las cosas que hay por los pasillos, tanto objetos como aprendices que van a sus respectivas clases.
-¡Jajaja! ¡No soy tan viejo! Solo tengo veintidós años. -lejos de parecer molesto, llego hasta soltar una carcajada por su divertida reacción. -Pero no mentiré: también tiene sus problemas mantenerse en tan buena forma. -levanto un brazo en alto para cerrar el puño y mostrar "músculo", aunque la ropa apenas permite ver diferencia alguna a cuando lo tengo relajado. Igual no me corto en sonreír por lo que me gusta alardear de lo fuerte que soy.
-Bueno, te explico en pocas palabras: todos los aprendices, al empezar, se enfocan en estar en la academia y aprender todo lo necesario sobre la situación actual en la que nos encontramos; además de otras cosas como: geografía y cultura de otros mundos, identificar los puntos débiles de cada tipo distinto de Sincorazón, mejorar en el combate... varias cosas. -caminamos por los pasillos tranquilamente, pudiendo ver de vez en cuando puertas que dan a grandes aulas en las que se aprecian muchos aprendices atendiendo a las enseñanzas de los maestros.
-Los profesores son Maestros reconocidos por los propios Augures, así que no dudes en preguntarles cualquier cosa ya que suelen saber muchas cosas. -una pequeña sugerencia, poco antes de que suene la campana del receso, "apuntando" con mis orejas al techo al saber qué significa a esta hora.
-¡Vamos, vamos! ¡Date prisa! -apresuro a Exodin, saliendo disparado de frente por la ruta que ya tengo memorizada en mi cabeza. En cuestión de segundos, llegamos al gran comedor, donde ya hay algunos aprendices sentados en mesas, disfrutando de la comida que toca hoy.
-Pilla una bandeja y abre tu apetito; ¡la comida aquí está muy buena~! -por el olor no puedo evitar lamerme los labios, procediendo a meterme en la escasa cola que hay, y mirar los distintos platos que tenemos hoy en el menú. Termino pillando tres platos con tres carnes distintas y un postre de chocolate, tomando asiento en una mesa vacía desde la que llamo a Exodin cuando éste parece haber pillado todo lo que quería.
-Entonces: ¡qué aproveche! -con ganas de comer, me apresuro por devorar el primer plato de carne, maravillado por lo deliciosa que está. Cuando iba a seguir con el segundo, me doy cuenta de algo, parando en seco para mirar a Exodin y decirle: -Cierto: ¿tienes alguna pregunta respecto a todo lo que viste ahora? -me interesa que le quede todo claro para que no tenga luego malentendidos que puedan causarle problemas. A él o a cualquier otra persona.
Llegando a la academia, Exodin comenta que ya realizó todo el formulario, sorprendiéndome un poco por su rapidez. Entonces... ¿ya debe de conocer el interior de la academia? Por el momento dice de entrar, así que le sigo adentro, viéndolo atento a todas las cosas que hay por los pasillos, tanto objetos como aprendices que van a sus respectivas clases.
-¡Jajaja! ¡No soy tan viejo! Solo tengo veintidós años. -lejos de parecer molesto, llego hasta soltar una carcajada por su divertida reacción. -Pero no mentiré: también tiene sus problemas mantenerse en tan buena forma. -levanto un brazo en alto para cerrar el puño y mostrar "músculo", aunque la ropa apenas permite ver diferencia alguna a cuando lo tengo relajado. Igual no me corto en sonreír por lo que me gusta alardear de lo fuerte que soy.
-Bueno, te explico en pocas palabras: todos los aprendices, al empezar, se enfocan en estar en la academia y aprender todo lo necesario sobre la situación actual en la que nos encontramos; además de otras cosas como: geografía y cultura de otros mundos, identificar los puntos débiles de cada tipo distinto de Sincorazón, mejorar en el combate... varias cosas. -caminamos por los pasillos tranquilamente, pudiendo ver de vez en cuando puertas que dan a grandes aulas en las que se aprecian muchos aprendices atendiendo a las enseñanzas de los maestros.
-Los profesores son Maestros reconocidos por los propios Augures, así que no dudes en preguntarles cualquier cosa ya que suelen saber muchas cosas. -una pequeña sugerencia, poco antes de que suene la campana del receso, "apuntando" con mis orejas al techo al saber qué significa a esta hora.
-¡Vamos, vamos! ¡Date prisa! -apresuro a Exodin, saliendo disparado de frente por la ruta que ya tengo memorizada en mi cabeza. En cuestión de segundos, llegamos al gran comedor, donde ya hay algunos aprendices sentados en mesas, disfrutando de la comida que toca hoy.
-Pilla una bandeja y abre tu apetito; ¡la comida aquí está muy buena~! -por el olor no puedo evitar lamerme los labios, procediendo a meterme en la escasa cola que hay, y mirar los distintos platos que tenemos hoy en el menú. Termino pillando tres platos con tres carnes distintas y un postre de chocolate, tomando asiento en una mesa vacía desde la que llamo a Exodin cuando éste parece haber pillado todo lo que quería.
-Entonces: ¡qué aproveche! -con ganas de comer, me apresuro por devorar el primer plato de carne, maravillado por lo deliciosa que está. Cuando iba a seguir con el segundo, me doy cuenta de algo, parando en seco para mirar a Exodin y decirle: -Cierto: ¿tienes alguna pregunta respecto a todo lo que viste ahora? -me interesa que le quede todo claro para que no tenga luego malentendidos que puedan causarle problemas. A él o a cualquier otra persona.
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—Me duermo con solo imaginarlo —Esa voz apagada tan característica en él fue la que entonó para contestar tras mostrarle el resultado de sus ejercicios matutinos. Se quedó mirándolo una fracción de segundos, dio unos toquecitos con su dedo a modo de púa en los músculos ajenos, y luego se dirigió a sí mismo para pinchar con un dedo su bíceps, no tan firme como esperaría, por lo que torció en una mueca su boca a modo de desaprobación.
—Bueno, supongo que yo tengo otras virtudes —Se encogió de hombros, como si se hubiese olvidado al instante de ello —Y aún con todo, eres mayor que yo. Quiero decir, mayor que... —En ese instante calló —Nada —Estuvo a punto de hablar más de la cuenta, pues se refería a "mayor que él en el momento en que se convirtió en incorpóreo", ahora ya ni sabía el tiempo que había pasado siéndolo, y aunque realmente no fuera demasiado, era como si tuviese sus diecinueve por toda la eternidad.
El resto del tour demostró su gran habilidad para quedarse dormido mientras andaba a la par que Adam. Cuando acabó de hablar se sobresaltó y agitando su cabeza, demasiado como para que dicha reacción pareciera normal, exclamó —¡La decoración muy interesante! —Trató de fingir haber estado atento —Espera ¿Augures? —Al fin algo que le interesaba. De hecho, fue lo único que pilló de toda esa retahíla de palabras —Y si quiero preguntarles a ellos directamente... ¿A dónde debería dirigirme? No es porque menosprecie a los maestros, es mera curiosidad. —Pero el "ding" del receso le impidió saber acerca de una de las cosas que debía investigar y cuando este le apuró para que le siguiera, maldijo por lo bajo a todo el cosmos, más aún porque se pensaba que aquello determinaba el cambio de una clase a otra, y no podía soportar la idea de tener que aguantar conocimientos de unos panolis que jugaban con sus llaveros.
No fue lo que pensaba —¿Qué? —Su mirada se volvió al chico-lobo que radiaba de entusiasmo, al contrario que él, pues carecía de algo que le impedía sentir lo que él, por ello pensaba "¿Por qué tanta felicidad por simple comida?". Hizo la cola del mismo modo, sin apartar la vista del mayor, intentando descifrar su conducta como si fuera un puzle.
No tardó en prepararse la comida, pues solo tuvo que fijarse en el modus operandi del resto para copiarlos. Se puso lo más estándar, y es que, sinceramente, todas las elecciones le venían planas. Se volteó, y vio como Adam le hacía señas con ese mismo entusiasmo para que se acercase. Lo hizo ni rápido ni despacio, y tampoco empezó a comer a instante. En su lugar miró al adverso con extrañeza, y en un momento dado alargó su brazo y le cogió un trozo de carne, creyendo que el motivo de felicidad se debía a que él tenía un plato de oro, o vete tú a saber qué.
—¿Qué rayos te pasa con esta comida? —Inclinó la cabeza y se llevó el trozo de carne a la boca —Solo es comida —Él no se daba cuenta que demostrar su insensibilidad podía ser un problema para él, fue por ello por lo que no sabía nada de nada con respecto a eso. Pero quién sabe, hay gente para todo.
—Y cambiando de tema —Agregó mientras masticaba. Dio un trago fuerte y prosiguió —Eres curioso. Pensaba que el resto sería como tú —Señaló sus orejas con un tenedor. Poco después sintió la mano de un tercero tocar su hombro y como acto reflejo hizo que la vorpalina se materializarse en sus manos. Luego, en un movimiento veloz, se levantó del asiento, llamando las miradas de todos en aquel sitio. Exodin paró en seco al darse cuenta del momento tenso que había provocado.
—¡¿Estás majara?! —Ese otro chaval dirigió su mirada a Adam y recogió unos papeles que se le habían caído al suelo —Adam ¿Tu nuevo amigo tiene un problema en la cabeza o que pasa? Venía avisarte de que se han avistado unas criaturas extrañas en las cercanías de la academia ¿Crees que podrías ir a mirar? Así te llevas a éste que parece que tiene ganas de matar —Hizo énfasis en sus últimas palabras mientras señalaba a Exodin con la mirada, a la vez que este otro parecía que, más que sentirse afectado por su regañina, se le notaba aburrido, removiendo una especie de puré con el tenedor si un atisbo de emoción en su rostro.
—Bueno, supongo que yo tengo otras virtudes —Se encogió de hombros, como si se hubiese olvidado al instante de ello —Y aún con todo, eres mayor que yo. Quiero decir, mayor que... —En ese instante calló —Nada —Estuvo a punto de hablar más de la cuenta, pues se refería a "mayor que él en el momento en que se convirtió en incorpóreo", ahora ya ni sabía el tiempo que había pasado siéndolo, y aunque realmente no fuera demasiado, era como si tuviese sus diecinueve por toda la eternidad.
El resto del tour demostró su gran habilidad para quedarse dormido mientras andaba a la par que Adam. Cuando acabó de hablar se sobresaltó y agitando su cabeza, demasiado como para que dicha reacción pareciera normal, exclamó —¡La decoración muy interesante! —Trató de fingir haber estado atento —Espera ¿Augures? —Al fin algo que le interesaba. De hecho, fue lo único que pilló de toda esa retahíla de palabras —Y si quiero preguntarles a ellos directamente... ¿A dónde debería dirigirme? No es porque menosprecie a los maestros, es mera curiosidad. —Pero el "ding" del receso le impidió saber acerca de una de las cosas que debía investigar y cuando este le apuró para que le siguiera, maldijo por lo bajo a todo el cosmos, más aún porque se pensaba que aquello determinaba el cambio de una clase a otra, y no podía soportar la idea de tener que aguantar conocimientos de unos panolis que jugaban con sus llaveros.
No fue lo que pensaba —¿Qué? —Su mirada se volvió al chico-lobo que radiaba de entusiasmo, al contrario que él, pues carecía de algo que le impedía sentir lo que él, por ello pensaba "¿Por qué tanta felicidad por simple comida?". Hizo la cola del mismo modo, sin apartar la vista del mayor, intentando descifrar su conducta como si fuera un puzle.
No tardó en prepararse la comida, pues solo tuvo que fijarse en el modus operandi del resto para copiarlos. Se puso lo más estándar, y es que, sinceramente, todas las elecciones le venían planas. Se volteó, y vio como Adam le hacía señas con ese mismo entusiasmo para que se acercase. Lo hizo ni rápido ni despacio, y tampoco empezó a comer a instante. En su lugar miró al adverso con extrañeza, y en un momento dado alargó su brazo y le cogió un trozo de carne, creyendo que el motivo de felicidad se debía a que él tenía un plato de oro, o vete tú a saber qué.
—¿Qué rayos te pasa con esta comida? —Inclinó la cabeza y se llevó el trozo de carne a la boca —Solo es comida —Él no se daba cuenta que demostrar su insensibilidad podía ser un problema para él, fue por ello por lo que no sabía nada de nada con respecto a eso. Pero quién sabe, hay gente para todo.
—Y cambiando de tema —Agregó mientras masticaba. Dio un trago fuerte y prosiguió —Eres curioso. Pensaba que el resto sería como tú —Señaló sus orejas con un tenedor. Poco después sintió la mano de un tercero tocar su hombro y como acto reflejo hizo que la vorpalina se materializarse en sus manos. Luego, en un movimiento veloz, se levantó del asiento, llamando las miradas de todos en aquel sitio. Exodin paró en seco al darse cuenta del momento tenso que había provocado.
—¡¿Estás majara?! —Ese otro chaval dirigió su mirada a Adam y recogió unos papeles que se le habían caído al suelo —Adam ¿Tu nuevo amigo tiene un problema en la cabeza o que pasa? Venía avisarte de que se han avistado unas criaturas extrañas en las cercanías de la academia ¿Crees que podrías ir a mirar? Así te llevas a éste que parece que tiene ganas de matar —Hizo énfasis en sus últimas palabras mientras señalaba a Exodin con la mirada, a la vez que este otro parecía que, más que sentirse afectado por su regañina, se le notaba aburrido, removiendo una especie de puré con el tenedor si un atisbo de emoción en su rostro.
- Sorry not sorry:
Juro que intento hacer que Exodin deje de ser una maldita roca insensible que no se fija en nada XDD
Pero tengo pensado que en algún punto Adam despierte ese 5% de corazón que le queda y a raíz de ahí se hacen amiwis o lo que sea (cosa que él le coulta a la organización) y en base a eso Exodin actua en algunos momentos en contra de la org cuando algo pueda perjudicarle a él etc etc
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Su reacción no me sorprende lo más mínimo, ya que yo reaccioné de una manera similar cuando me dijeron que tendría que ir a clases para aprenderme todas esas cosas. ¡Menudo muermo fue! Admito que es importante, pero nadie me puede negar que fue hasta aburrido casi todo el tiempo.
Me quedo expectante al "chequeo" que parece hacerme Exodin cuando exalto mi musculatura, pero éste se muestra hasta decepcionado con lo que encuentra. ¡Duele mucho ver esa cara como si estuviera mintiendo! Menos mal que el timbre del almuerzo me levanta el humor, y nos hace cambiar de tema para "olvidar" lo sucedido.
-¿Y qué? Sigue estando deliciosa. -no logro comprender a qué se puede estar refiriendo Exodin con mi comida, continuando tranquilamente con el segundo plato, hasta terminarlo. Entonces volvemos a centrarnos un momento en mí, viendo como me señala -a mis orejas más bien- con su cubierto, respondiéndole: -No, no; como yo... creo que no hay nadie. Mi padre es un hombre-lobo, por lo que heredé sus rasgos lupinos, como mi cola. -le explico tranquilamente, a la vez que coloco el segundo plato vacío encima del primero, y aproximo el tercero de carne al frente para continuar.
Veía perfectamente al otro aprendiz acercarse por la espalda de Exodin, pero no pensé que el chico reaccionaría tan bruscamente por un simple toque en su hombro. Dejo de comer mientras me pongo en pie, mirando fijamente a Exodin y su espada, habiendo sentido algo... extraño, cuando la hizo aparecer, como si fuera distinta de alguna manera; pero el problema es la situación actual, aunque no parece ir a peor.
-¡Ah, lo siento, lo siento! -fuerzo una carcajada para quitarle seriedad al asunto, viendo como la gente empieza -poco a poco- a quitarnos los ojos de encima y volver a sus asuntos. -¡Sí, por supuesto! ¡Yo me encargo de ello! -acepto su encargo, esperando a que se fuera para dejarme caer del culo y volver a tomar asiento, con un largo suspiro escapándose de entre mis labios.
-Menudo susto me diste. No vuelvas a hacer algo así; es peligroso. -me preocupa el motivo que pueda haber detrás de ese "susto" por el que haya sacado tan rápido su arma, pero no pienso forzarle a contármelo si creo estar en lo correcto. -Termina de comer y luego iremos a revisar los alrededores. Sin embargo: tú no pelearás. Te limitarás a mirar, ¿entendido? -una última advertencia antes de proseguir con la comida, terminando en cuestión de minutos. Solo nos restaba recoger las bandejas y llevarlas a su debido lugar, y salir con calma de la academia para poder revisar los alrededores, preocupado de que pueda haber algún Sincorazón suelto causando problemas.
Me quedo expectante al "chequeo" que parece hacerme Exodin cuando exalto mi musculatura, pero éste se muestra hasta decepcionado con lo que encuentra. ¡Duele mucho ver esa cara como si estuviera mintiendo! Menos mal que el timbre del almuerzo me levanta el humor, y nos hace cambiar de tema para "olvidar" lo sucedido.
-¿Y qué? Sigue estando deliciosa. -no logro comprender a qué se puede estar refiriendo Exodin con mi comida, continuando tranquilamente con el segundo plato, hasta terminarlo. Entonces volvemos a centrarnos un momento en mí, viendo como me señala -a mis orejas más bien- con su cubierto, respondiéndole: -No, no; como yo... creo que no hay nadie. Mi padre es un hombre-lobo, por lo que heredé sus rasgos lupinos, como mi cola. -le explico tranquilamente, a la vez que coloco el segundo plato vacío encima del primero, y aproximo el tercero de carne al frente para continuar.
Veía perfectamente al otro aprendiz acercarse por la espalda de Exodin, pero no pensé que el chico reaccionaría tan bruscamente por un simple toque en su hombro. Dejo de comer mientras me pongo en pie, mirando fijamente a Exodin y su espada, habiendo sentido algo... extraño, cuando la hizo aparecer, como si fuera distinta de alguna manera; pero el problema es la situación actual, aunque no parece ir a peor.
-¡Ah, lo siento, lo siento! -fuerzo una carcajada para quitarle seriedad al asunto, viendo como la gente empieza -poco a poco- a quitarnos los ojos de encima y volver a sus asuntos. -¡Sí, por supuesto! ¡Yo me encargo de ello! -acepto su encargo, esperando a que se fuera para dejarme caer del culo y volver a tomar asiento, con un largo suspiro escapándose de entre mis labios.
-Menudo susto me diste. No vuelvas a hacer algo así; es peligroso. -me preocupa el motivo que pueda haber detrás de ese "susto" por el que haya sacado tan rápido su arma, pero no pienso forzarle a contármelo si creo estar en lo correcto. -Termina de comer y luego iremos a revisar los alrededores. Sin embargo: tú no pelearás. Te limitarás a mirar, ¿entendido? -una última advertencia antes de proseguir con la comida, terminando en cuestión de minutos. Solo nos restaba recoger las bandejas y llevarlas a su debido lugar, y salir con calma de la academia para poder revisar los alrededores, preocupado de que pueda haber algún Sincorazón suelto causando problemas.
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