Exodin | ID

Exodin EN LOS SUEÑOS ENCONTRAMOS UN MUNDO ENTERAMENTE NUESTRO

• Edad: 19.
  
• Facción: Neo Organización
  
• Afinidad: Onírico / Vorpal.
  
• Especialidad: Destreza.
  
• Mundo Natal: País de las maravillas.
  
• Atracción sexual: Pansexual ¿No ves que me gustan los panes?
  
• Apodo:
  —Antes: "Mancebo sonrisor"
  —Actualmente: "El cazador paciente."
  

Exodin porta la apariencia típica de un joven de 17 años, no muy alto, pero tampoco tiene la estatura suficiente como para ser considerado bajo. Es de complexión delgada, cuidado lo justo. Aparentemente puede notarse su albinismo, sin embargo, no siempre lo fue. De hecho, si se observa en las raíces de sus cabellos puede apreciarse tonos verdes, el color original de su cabello, cuando todavía era un ser completo.

Sus ojos denotan cansancio. Con los párpados caídos da un aire de estar ajeno a la realidad, con una expresión que parece rezumar un aura de ensoñación permanente a su alrededor. A la vez cansada y a la vez inexpresiva. Que adopte algún gesto en su rostro es tan raro, que parece estar esculpido en mármol.

Como es típico en la organización viste con la típica túnica de la organización: Negra, con capucha; Unos guantes y unas botas del mismo color; Así como unos cordones y cremallera de plata.

A veces, si hace mucho frío, ignora completamente el protocolo sobre la indumentaria y viste con ropas casuales de su agrado.


Su personalizad se caracteriza por una evidente ausencia de emociones. Mantiene una expresión caída allá donde va, carente felicidad y, en cuanto al trato con los demás, puede llegar a ser insensible sin darse cuenta.

Dormilón. Es apaz de encontrar una postura cómoda allá donde va, y se le puede ver durmiendo en sitios  tan absurdos, que uno nunca sería capaz de imaginar.

Es despistado e ingenuo. Se le engaña con facilidad y nunca pilla el sarcasmo. Por su inadaptación es incapaz de ser empático, sin embargo, a su vez, nunca considera la opción de desearle ningún mal a nadie, a menos que siga órdenes de sus superiores.

Pensarías que se trata de una persona perezosa, pero lejos de ser así, es bastante trabajador, solo es falto de energías. Es paciente, quizás demasiado. Tanto que se ganó su sobrenombre a pulso. Es fácil dejarlo atrás en una carrera, soluciona las cosas con el mínimos esfuerzo muscular, y es por ello que ha acabado por desarrollar el ingenio en compensación.

A veces nota el dolor de las pequeñas emociones recorrer su cuerpo, pero es incapaz de reflejarlas.




Cuando se pierde el corazón, los recuerdos del pasado se pierden con él, y con ellos, la identidad sobre uno mismo. Éxodin ve su vida anterior sumamente borrosa, con innumerables lagunas, pero recuerda el cabello rubio de una chica en su vida de ser completo, recuerda lo que sentía cuando estaba con ella, una sensación que añora. Tanto tiempo ha pasado desde entonces, que piensa que llegará el día que no podrá volver atrás, que, aunque vuelva a tener un corazón, aunque vuelva a recuperar sus recuerdos, aquella chica de vestido azul no le recordará, y aunque lo hiciera, teme no poder volver a sentir la cálida sensación que notaba estar junto a ella.

De joven, a Exodin lo conocían en el país de las maravillas como, Odein, el mancebo sonrisor. Hijo de la reina blanca y por ende, sobrino de la reina roja. Sin embargo, por aquella época, la relación que había entre ambas hermanas se podría decir que era de las peores en todo el submundo. Fue esa la razón por la que Odein nunca llegó a conocer a su tía y, de hecho, su madre siempre le prohibía alejarse más allá de las fronteras del reino blanco.

A Odein le gustaba mucho viajar, conocer mundo,y por ese entonces su afán por buscar aventuras no fue un problema por la inmensidad del reino. Sin embargo,  la oscuridad creía entre las fronteras de ambos reinos y llegó el punto en que al príncipe le prohibieron incluso abandonar los muros del castillo.

La situación no duró mucho en aburrirle al joven peliverde, así que se escapó. Desobedeciendo la orden de su madre, quién se preocupaba por su bien, abandonó el castillo y su hogar.

Odein iba de pueblo en pueblo, escuchando las historias de ancianos, cuentos de hadas, fantasías que pocos se creían. Así conoció la historia del Galimatazo. Una criatura que a la vez no era criatura. Origen de la oscuridad que enfrentaba ambos reinos, decían. También contaban, que muchos había ido tras la bestia pero que ninguno había logrado encontrar nada como en la historia lo describía. Un ente abstracto. Un ente que era, pero a la vez no era.


¿Cómo se combate un ser abstracto? Exodin recuerda vagamente ese detalle, recuerda como se sumergió en lo más profundo de bosque Turgal donde halló, en las aguas de la paradoja, el gladio vorpal. Recuerda la de criaturas siniestras que tuvo que enfrentar, el pájaro Jubo-jubo que acechaba siempre desde el cielo, pero había otras que aprendió que mejor era evitar.

El tiempo en aquel lugar parecía avanzar a un ritmo distinto, para ser más precisos, a veces no había tiempo. Los relojes retrocedían y avanzaban como querían, aceleraban y se realentizaban a placer. No era rígido ni estricto como debía ser, era travieso. Era un lugar donde reinaba el completo desorden, y vagando por éste, la conoció.

Alicia, una chica lógica, una virtud que no le iba a servir de mucho en ese mundo, un mundo de locos donde ella era la única cuerda, aunque tildarla de ello... ¿Acaso no es loco el cuerdo en un mundo de locos?

Alicia estaba perdida, fue corta la amistad, pero aquel instante tan breve de tiempo había parecido unos años. Odein había prometido acompañarla de vuelta a su hogar. Según ella había caído desde una madriguera, razón por la que comenzó a cuestionarse si de verdad estaba  bien de la cabeza. Le parecía una chica graciosa y agradable, pero aunque el tiempo parecía estar estático los problemas siempre estaba en contínuo suceder.

Perdió de vista a Alicia cuando el magnapresa apreció. Ambos no dudaron en escapar de sus garras, pero en el proceso, acabaron por separarse. Cuando se el joven se hubo recuperado, tras engañar a la bestia, fue en busca de Alicia. Le había hecho una promesa e iba a cumplir con su palabra. Sin embargo, el bosque tenía otros planes. Iluso de él. Había dado con el árbol del Tántamo, un árbol magnífico, que brilla como la luna cuando le das la espalda, pero torna común cuando le ves de frente. Odein reposó bajo su copa cuando las sombras comenzaron a surgir a su alrededor.

Las historias lo decían. Donde la luz aguarda, las sombras se alzan para devorarla. El Galimatazo apareció ante sus ojos.

El príncipe alarmado blandió el Gladio Vorpal. Luchó contra la bestia, tijeretando la hoja con maestría, pero estaba en desventaja, luchaba contra algo desconocido. Los cortes atravesaban a la bestia, y la oscuridad acabó engulléndolo.


•  Familiares:

• La reina Blanca (Madre).
  
• La reina roja (Tía)
  

• Hobbies:

• Dormir.
  
• Dormir.
  
• Y cuando no duerme, dormir.
  

• Fobias y miedos:

• Lo desconocido
  
• Irónicamente, las sombras y la oscuridad.
  
• Las flores que hablan.
  

• Objetivos:

• Recuperar su vida de ser completo y los recuerdos que tenía entonces.
  

• Más datos de interés:

• La espada que antes tenía llamada "Gladio Vorpal" ahora se llama Vorpalina.
  
• Aunque se pase todo su tiempo libre durmiendo, es bastante eficiente en cuanto le toca trabajar.